MÁS
PAN Y MENOS CIRCO
La Verdad, 25 de septiembre de 2014
Eduard
Punset, divulgador científico de prestigio internacional y hombre de acreditada
solvencia intelectual, señalaba recientemente que las redes sociales
representan un fenómeno lleno de magia, que entrañan dos grandes
incertidumbres: todavía no sabemos por qué (porqué
los seres humanos deseamos estar “encontrables” en las redes sociales, porqué
colgamos información sobre nosotros mismos, porqué el número de usuarios en
todo el mundo tiene una progresión exponencial, porqué necesitamos un pequeño
pedestal para apoyar nuestras vidas, porqué dedicamos más tiempo a la
recreación virtual de la vida, que a la vida, porqué nos resulta suficiente un
par de líneas de los otros…) y todavía no sabemos para qué (qué
podemos hacer con estos chismes virtuales, qué utilidad práctica pueden tener
las redes sociales y para qué podemos llegar a utilizarlas, más allá del
esparcimiento, la recreación o la gestión virtual de nuestras fantasías).
Sin embargo, su evolución hace reflexionar sobre una cuestión capital: no
sabemos con qué fin podrán ser utilizadas en un futuro, pero si podemos intuir
el coste de oportunidad (profesional, empresarial, relacional), de no estar en
ellas.
Un
ejemplo: «Pablo
Iglesias 'se come' a Pedro Sánchez en Twitter, tiene 10 veces
más apoyos.» Así rezaba el titular de una
noticia que saltó al aire en pleno mes de agosto. Me causó cierta
perplejidad, aunque tengo que reconocer que no tanta como la reciente aparición
de líder de la actual oposición, Pedro Sánchez, en Sálvame Diario: “- "-Yo
mira Pedro, si
tú me dices que ese es tu compromiso, yo te devuelvo mi voto. Si os
comprometéis a esto, sigo votando a mi PSOE-",
concluyó Jorge Javier Vázquez (presentador de Sálvame, un programa que
tiene entorno al 15% de share, más de 2 millones de espectadores
y arrasa entre personas de 45 a 64 años). Está claro que una cosa son los
instrumentos y otra los fines. Mis parabienes para el equipo de
comunicación de Sánchez por este acierto de marketing político.
Un
equipo que sabe que la visibilidad política del nuevo líder pasa también por
encabezar las redes sociales y los programas de radio y televisión que operan
(al menos formalmente) en el terreno del ocio, la relación, el esparcimiento,
el sensacionalismo y los espacios que se ocupan de la vida privada de famosos.
Y lo digo con todo el dolor de mi alma, porque a mí me sigue gustando más la
prensa seria, pero la gente cada vez lee menos.
Creo
que el secretario general del PSOE es una persona con buenas intenciones, fe en
lo que cree y al que se le entiende lo que dice, pero lo importante para mí son
los pies sobre los que se sostienen sus creencias. Para defender una idea de
país, primero hay que tenerla. Una responsabilidad que bajo ningún concepto
puede quedar en manos ni de él ni de su equipo de comunicación. Debe ser el
PSOE el que renueve su ideario en aquellas cuestiones fundamentales por las que
pasa el desafío de la democracia moderna.
1.
La creciente demanda de los ciudadanos de valores éticos y democráticos
efectivos, y de nuevos “bienes públicos”, además de la legalidad, tales como la
eficiencia, la transparencia y la rendición de cuentas. Tendencias que se
sustancian en un nuevo paradigma de la Administración pública; pasando de la
búsqueda de la “legitimidad” a la búsqueda de su “utilidad”; de una
Administración pública “orientada a la autoridad”, a una “orientada a
resultados”.
2.
El reto de la política frente a la nueva economía, después de la era del
laissez-faire, pasa por ampliar la participación ciudadana en las instituciones
públicas y por establecer regulaciones y sistemas de control que eviten estafas
globalizadas, como las que seguiremos pagando los ciudadanos durante las
próximas generaciones.
Y
también debe guionizar la posición del partido en aquellos temas más puntuales
que conforman la actualidad económica, social y cultural, con el fin de evitar
que se pueda afirmar una cosa y su contraria en cuestión de horas.
Todo
esto lo digo sin la pretensión de estar en posesión de la verdad absoluta. La
posición que defiendo es, como todas las opiniones, criticable y probablemente,
en muchos aspectos, errónea. Sólo pretendo apuntar a una cuestión que para mí
es de vital importancia para regenerar una democraciaherida
de muerte por sus propios administradores: la reinvención de este país no sólo
pasa por mudar de aires las normas (escritas y no escritas) que regulan la vida
política, también hay que cambiar la mentalidad de las personas a quienes
confiamos su administración. Pasa por hacer más pedagogía política a la menor
oportunidad que le den a uno y para eso hay que buscar a los ciudadanos donde
estén.
Termino
como empecé: Más pan y menos circo.
